miércoles, febrero 12
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Sheinbaum: Se arriesga a caer en su propia trampa, ¿Capricho Histórico o Distracción Política?

Columna: La Mesa Redonda
Por: Víctor Salazar

Una crítica hacia la presidenta Claudia Sheinbaum puede partir de su constante insistencia en que España se disculpe por la Conquista de América, una postura que refleja un apego a un pasado histórico sin aparente posibilidad de superación. Esta actitud parece más una muestra de capricho que una estrategia política madura, ya que insiste en una narrativa que, aunque válida para algunos, es reduccionista en su enfoque. El contexto de la conquista de América fue mucho más complejo y, lejos de ser una imposición externa, podría interpretarse como un proceso en el que diversos pueblos indígenas aprovecharon la oportunidad para liberarse del yugo opresor de los aztecas, quienes practicaban sacrificios humanos y mantenían un régimen de terror sobre otros pueblos de Mesoamérica. Así, más que una conquista, se podría ver como una liberación facilitada por la intervención española.

Sheinbaum se arriesga a caer en su propia trampa al abrir puertas a solicitudes de disculpas históricas, pues, siguiendo esa misma lógica, muchos cristianos podrían demandarle a ella una disculpa por ser judía, dado que su pueblo, según la historia bíblica, conspiró para la crucifixión de Jesús de Nazaret hace más de 2,000 años, negando que fuera el verdadero Hijo de Dios. Esta actitud de revivir agravios pasados, en vez de reconciliación, sólo refuerza una división innecesaria. Además, algunos podrían cuestionar su falta de empatía con la Iglesia Católica, una institución que jugó un papel crucial en la evangelización de América, un proceso que Salvador Borrego, en su obra América Peligra, describe como una bendición divina. Según Borrego, la evangelización respondió a los clamores de los pueblos indígenas por liberarse del sistema cruel y satánico que representaban los sacrificios humanos.

En lugar de perderse en disputas ideológicas ancladas en el pasado, los mexicanos deberían pedirle a su presidenta que enfoque su energía en gobernar y resolver los problemas actuales del país. La confrontación con la historia no debería ser una excusa para eludir la responsabilidad de dirigir un país hacia un futuro mejor. La insistencia en temas que sólo revelan una profunda frustración espiritual y un aparente desprecio hacia la tradición católica mexicana parece más una distracción que una vía para el progreso real de México. Es hora de que Sheinbaum se concentre en generar acuerdos y soluciones que impulsen a México hacia adelante, dejando atrás las divisiones del pasado y centrando su atención en los retos que verdaderamente importan para el bienestar de la nación.

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