miércoles, mayo 14
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La hipocresía de Fernández Noroña y la doble moral de la 4T

Por: Víctor Salazar
Columna: La mesa redonda

Gerardo Fernández Noroña, ex porro, diputado, Marxista-Capitalista, y uno de los voceros más estridentes de la mal llamada Cuarta Transformación (4T), ha vuelto a demostrar que, para él y sus aliados, no hay límites éticos cuando se trata de defender al gobierno actual, incluso si eso implica deshumanizar a quienes sufren las peores tragedias. Sus recientes declaraciones sobre las madres buscadoras, quienes encontraron un predio utilizado por la delincuencia organizada para asesinar y mutilar a sus víctimas, no solo son insensibles, sino profundamente cínicas.

Noroña, en un intento por minimizar el dolor de estas mujeres valientes, ha sugerido que su lucha es manipulada y todo un montaje por la oposición para golpear políticamente a la presidente Claudia Sheinbaum.

Podemos preguntarnos los siguiente. ¿En qué momento la empatía hacia las víctimas y sus familias se convirtió en un arma política?, ¿Acaso no es responsabilidad de cualquier gobierno, sin importar su color partidista, atender y resolver estos crímenes atroces? Parece que para Noroña y sus correligionarios, el dolor ajeno solo importa cuando les conviene.

Pero la doble moral de Fernández Noroña y la 4T no es nueva. Recordemos cómo, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, utilizaron la tragedia de Ayotzinapa como un arma política para desgastar al entonces gobierno. Las marchas, las consignas y las críticas feroces al estilo de pandilleros, fueron justificadas bajo el argumento de la búsqueda de justicia. Sin embargo, ahora que están en el poder, cualquier crítica similar es tachada de «interés de la oposición» o «ataque al proyecto transformador». ¿Dónde quedó aquella supuesta solidaridad con las víctimas? ¿O acaso solo era una pose para ganar puntos políticos?

Lo más indignante es que estos políticos, que se autodenominan defensores de los derechos humanos y la justicia social, son los primeros en descalificar, insultar y menospreciar a quienes osan criticar a su 4T. Fernández Noroña, con su retórica agresiva y despectiva, es un claro ejemplo de esta actitud. Para él y sus chairos, focas que todo aplauden, la libertad de expresión parece ser un privilegio exclusivo de quienes piensan como ellos. Si alguien más la ejerce, es inmediatamente tachado de «neoliberal», «fifí» o «vendepatrias». Pero cuando son ellos quienes critican, se escudan en la misma libertad que le niegan a los demás.

Esta actitud hipócrita no solo es repugnante, sino peligrosa. Refleja un autoritarismo arrogante que se creen dueños de la verdad y del País, donde solo una voz es válida y todas las demás deben ser silenciadas. Los políticos como Fernández Noroña, que se llenan la boca hablando de marxismo, comunismo y lucha por los desprotegidos, son los mismos que hoy ignoran el dolor de las madres buscadoras y utilizan la tragedia ajena para defender su agenda política.

Es momento de dejar en claro que estas prácticas no son transformación, sino manipulación. No son justicia, sino oportunismo. Y no son progreso, sino un retroceso hacia un sistema donde el disenso es castigado y el dolor humano es instrumentalizado. Fernández Noroña y la 4T no son más que la cara moderna de los regímenes comunistas: la de aquellos que critican todo y todo controlan, pero no soportan ser criticados. Y mientras sigan con esta actitud, seguirán demostrando que, en el fondo, son iguales o peores que aquellos a quienes tanto denuncian.

PD: La falta de formación política y crítica en gran parte de la sociedad, sumada a una cultura de conformismo y dependencia, ha permitido que partidos populistas y figuras de izquierda ganen terreno. Muchos ven en ellos una venganza contra la clase media alta y los empresarios, a quienes culpan de sus propias limitaciones. En lugar de aspirar a superarse, prefieren refugiarse en discursos que justifican su mediocridad y prometen soluciones fáciles a problemas complejos.

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